miércoles, 1 de mayo de 2013

Saga

Por Raúl H. Pérez Navarrete


La mezcla de los géneros de la ciencia ficción y la fantasía no es nueva; muchas de las series animadas que disfruté durante mi niñez se caracterizaban precisamente por mundos en los que máquinas futuristas y hechiceros convivían con la mayor naturalidad: Thundercats, Bravestarr, He-Man, Thundar el bárbaro… La lista sigue y sigue. Saga, la nueva serie de Brian K. Vaughan (Y the last man, Pride of Baghdad), no es ajena a esta combinación. Ilustrada por una casi novata Fionna Staples (T.H.U.N.D.E.R. Agents), Saga cuenta las desventuras de Alana y Marko, dos ex combatientes que pertenecen a especies extraterrestres enemigas que libran una guerra interplanetaria, y de cuya unión nace Hazel, la narradora de la historia desde un futuro distante. Mezcla de la Guerra de las Galaxias con la experiencia de ser padre (a la que el autor califica de “dramática, terrorífica e hilarante cuando se ve desde el interior”), los guiones de Vaughan son divertidos, emocionantes, y con tintes surrealistas que cobran vida en cada viñeta gracias a las maravillosas ilustraciones de Staples: en el universo creado por la dupla existen cohetes espaciales hechos de madera, gatos gigantes detectores de mentiras y robots con televisores por cabeza. Todo resulta sorprendente y natural a un tiempo; sin embargo, el disparate que asalta al lector cada vez que voltea una página (que hace recordar a la excéntrica Barbarella de Jean Claude Forest) es sólo el trasfondo de una historia que tiene como temas principales el amor y la familia; recordemos que una de las acepciones de la palabra “saga” es precisamente “relato novelesco que abarca las vicisitudes de dos o más generaciones de una familia”. Los seis números recopilados en el volumen uno establecen la semilla de lo que más adelante fructificará como una gran historia a pesar de que la pequeña Hazel –en los brazos de su madre, pero hablándonos desde el futuro- nos advierte que ella no se convertirá en una “gran guerrera” ni en una “importante salvadora”.


The Will y Lying Cat.


         Retomando el aspecto visual, mención aparte merecen las portadas, sobre todo la del primer número. Alana y Marko de pie, ella mirando de frente, ligeramente hacia arriba, y sosteniendo a Hazel; él observa hacia la derecha; él muestra su cornamenta que hace recordar a los faunos de los antiguos mitos grecolatinos, mientras que de la morena espalda de Alana brotan dos alas pequeñas y verdes que le confieren un aspecto feérico; ambos están armados (ella una pistola, él una espada corta). El contraste de algo tan natural y común como un bebé alimentado por su madre y el aspecto físico de los dos personajes adultos es otro elemento que se agrega de forma maravillosa a la mezcla.

Probablemente un nuevo clásico…

Bien se sabe que prácticamente todas las historias han sido contadas ya, el truco está en cómo contarlas; si bien Saga no es ajena a los clichés de los géneros de los que se nutre (la ciencia ficción, por ejemplo, ama a los mercenarios y Saga no es la excepción), las disparatadas ocurrencias del escritor (quien dicho sea de paso, colaboró durante tres temporadas en la serie televisiva Lost) y el eficaz trazo de Fiona Staples hacen de esta nueva historieta una serie fresca y visualmente interesante. Probablemente un nuevo clásico del cómic de esta naciente década.


The Stalk

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